domingo, julio 07, 2013

El perseguidor (y 2ª parte) Homenaje al gran cronopio en el 50º aniversario de Rayuela.

Frente a Jhonny, Bruno, crítico de jazz y amigo de Jhonny, aparece como la otra cara de la moneda. Convencional, sensato, protector de Jhonny, al que saca de más un lío en el que le mete su mala cabeza, será testigo de los vanos intentos de Jhonny por alcanzar el cielo con su música. Bruno, narrador del relato en primera persona, es consciente de su estéril condición de crítico frente a la fuerza creadora de Jhonny, pero no luchará como éste, se ha rendido hace mucho, se ha acomodado al tiempo de los relojes, lo que si por un lado le permite vivir desahogadamente (en parte, del propio Jhonny, cuya biografía ha publicado con éxito), por otro le produce ramalazos de insatisfacción y mala conciencia.

Es la tensión entre estos dos personajes lo que vertebra y hace progresar el relato. Una tensión que está presente desde la primera página, en la que Jhonny saluda la llegada de Bruno, que acude en su ayuda, diciendo: “El compañero Bruno es fiel como el mal aliento”, hasta que explota casi al final del relato cuando el músico reprocha a Bruno haberle desfigurado en su biografía hasta hacerle irreconocible para si mismo, haberse olvidado de él como persona y de su eterna y fracasada búsqueda del tiempo absoluto.

Las dos citas que abren el relato ilustran sobre la clave de esta tensión. La primera de ellas, del Apocalipsis, reza: “Sé fiel hasta la muerte.” Esa es la clave. La fidelidad al original es capital para quien, como Cortázar, se dedicó durante años a la traducción antes de alcanzar el éxito literario. Y lógicamente debe serlo también para un crítico, como es Bruno. Fidelidad no solo al original, sino también al amigo y sobre todo a sí mismo. Jhonny lo será hasta su muerte, Bruno dejó de serlo hace tiempo.

La segunda cita es el primer verso de un célebre poema de Dylan Thomas: “Oh, hazme una máscara.” Esta frase, que pronunciará Jhonny justo ante de morir, parece dirigida a Bruno, de un lado como llamada de socorro ante la muerte - recordemos la costumbre de los antiguos romanos de sacar máscaras de cera de la cara de los cadáveres para preservar su imagen. Y de otro, como recordatorio de su enfado por haberle desfigurado en su biografía.

La muerte de Jhonny resolverá la tensión. Bruno dejará de temer un desmentido a su biografía, que tantos éxitos está recogiendo, así como de sentir la búsqueda de Jhonny, su persecución del tiempo eterno, como un reproche permanente.

El perseguidor sería el avance de toda una serie de inquietudes que posteriormente Cortázar desarrollaría con mucha más profundidad y alcance en Rayuela.