La Tía Julia y El Escribidor
El efecto final es claro : la vida -ese pasaje singular de su vida, con sus escenas ridículas y sentimentales- se convierte al hacerse escritura, en algo cuyos contactos con la realidad son tan cifrados y desconcertantes como las historias absurdas del escribidor; éste no hace ( no puede hacer) literatura pero quizás esté escribiendo su vida, mientras el escritor, cuya fidelidad a lo verídico llega al extremo supersticioso de mantener los mismos nombres reales, falsifica y deforma su propia historia. La autobiografía de un escritor sólo es posible como novela y, en cuanto tal, ya importa poco dónde se ciñe al testimonio y dónde deja fluir la imaginación. Todo es ficción y tanto Camacho como Vargas Llosa saben que es imposible ser "realista": todo arte es "fantástico".
Etiquetas: Desde Vargas Llosa
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