miércoles, febrero 09, 2011

UN ALMA SELECTA

El paso del caballero era distinguido pero firme al atravesar las calles de la ciudad, camino de su penoso destino. Conocedor escrupuloso de sus obligaciones y compromisos sociales, por nada del mundo habría tratado de hurtarse a su cumplimiento y mucho menos en un caso como el presente, en que personas muy, pero que muy, próximas a su corazón, estaban padeciendo honda congoja.

De modo y manera que al llegar al fúnebre domicilio se acercó con discreción a la viuda y, permitiendo con cuidada elegancia que sus ojos se humedecieran fugazmente, le manifestó en los términos más afectuosos su hondo pesar por el óbito del desventurado Patrick Dignam. Las palabras más delicadas, y con ellas los sentimientos más exquisitos, brotaron de sus labios, transmitiendo un mensaje en el que se entremezclaban a partes iguales la piedad y el consuelo, y que obró como un bálsamo mirífico sobre aquella alma atribulada.

El dolor se había desbordado entre los deudos, al punto de que alguno había que, enajenado sin duda por la tan repentina como irremediable pérdida, pretendía haber visto al difunto paseando por la calle después de que hubieran dado tierra a sus restos mortales. Una vez reducido el insensato, el caballero se retiró a un discreto segundo término, como correspondía al lugar y la ocasión y las normas de la buena educación aconsejaban, y tras un breve, pero suficiente, periodo de tiempo, en que se mantuvo sumido en profunda reflexión, abandonó la reunión, no sin presentar de nuevo sus respetos a la viuda.

Hay quien afirma, movido a buen seguro por la envidia que la alta cuna unida a la bondad de sentimientos suele despertar entre los ruines, que mientras el prócer salía del duelo se le oyó musitar: “No somos nadie.” Ocioso resulta hacer notar que tan vil aserto no puede constituir sino una miserable calumnia, capaz, tal vez, de confundir a alguien poco avisado, pero nunca a los que, como es nuestro caso, conocemos la elegancia y distinción naturales del caballero, incompatibles de todo punto con la vulgaridad insoportable de una expresión semejante.

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