jueves, febrero 03, 2011

DESTELLOS DE DUBLÍN

Estaba yo echándome al coleto la penúltima, cuando veo entrar por la puerta al mismísimo O`Rury, Cliff O´Rury, con aire de haber perdido cualquier cosa menos las ganas de beber. Total, que le hago una seña al tiempo que le digo a Flanagan:

- Otra ronda para el que habla y lo que llega.

El viejo Cliff me agradece el detalle y me pregunta:

- ¿Qué hay de nuevo por estos pagos, Norman? ¿Algo con lo que entretenerse?

Me acuerdo entonces de la historia aquella que la semana pasada me contó Ed MacMurray sobre el listillo ese de Boylan.

- Pues verás. ¿Conoces a Ed MacMurray?

- Sí, claro, y ¿quién no? El del almacén, ese que no se calla ni debajo del agua.

- Muy cierto, que si tuviera que estar callado más de diez minutos pediría que le cortaran la lengua para no tenerla desaprovechada tanto tiempo. Pues el caso es que Ed tiene un cuñado que conoce mucho a Boylan, de cuando este andaba en lo del boxeo, y el cuñado le ha contado una historia sobre Boylan y una cierta dama que no tiene desperdicio.

- Cuente, cuenta, que según las gasta Boylan la cosa promete.

- Y tanto. Con que va Ed y me cuenta que Boylan invita a la dama a cenar y al final del condumio, para engrasar las ruedas y que le vaya poniendo buena cara, le hace tres regalos.

Era el primero de ellos una instantánea fotográfica, en la que el resultado de la exposición a la luz de la placa y la posterior inmersión de la misma en las substancias químicas apropiadas mostraba a un grupo o conjunto de personas. Iban estas ataviadas con gran lujo, como si estuvieran asistiendo a un acontecimiento o celebración digna de ser destacada, y en efecto esta impresión se correspondía con la realidad, puesto que el evento que en una de sus escenas parciales estaba recogido en la instantánea era el enlace matrimonial de la hermana de menor edad de Boylan, la cual aparecía acompañada por el que acababa de adquirir la condición de cónyuge de la susodicha y el propio Boylan.

- No me digas. Así que una foto de la boda de la hermana. Buena indirecta. Y ¿qué hizo ella?

- Pues ni corta ni perezosa, le larga a Boylan que no puede aceptar el regalo por, según juraba Ed y aquí viene lo mejor, tratarse, sin duda, de un recuerdo íntimo y personal, como lo atestiguaba la dedicatoria que figuraba en la misma, expresiva de los más tiernos sentimientos fraternales, en los que ella, prácticamente una desconocida hasta ese instante, nunca osaría escudriñar. Como lo oyes.

- Toma del frasco, Carrasco. Y ¿qué hay de los otros regalos?

(Continuará)

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1 Comments:

Blogger Efímera said...

Hispaniola, muy bien, Joyce parodia y tú parodias,¿deberías cambiar los nombres irlandeses por españoles?,cuando termines lo vemos.¿ La jerga tabernaria, de bareto, es actual? Te enviaré un correo, si sobrevivo...

11:30 a. m.  

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