viernes, diciembre 01, 2006

De Polacas

Polaca me llamaban los amigos de mi hermano- los muy cuculitos- en la Facultad por haber nacido en Barcelona, donde a las niñas de madre madrileña y padre catalán apodaban charnegas. En fin, que me gustaba más ser polaca a pesar del nopodermiento. Luego, vinieron Margarita y Maria de Varsovia- dos juventonas que revolucionaron Sanse- con sus filologías y poemas y comencé a leer a Jan Kochanowski, Adam Mickiewicz, Juliusz Slowaki, Cyprian Norwid y Boleslaw Prus. Pasaron los años y el maestro Pitol, tan misógino y sofisticado, me contagió su amor por Witold Gombrowicz y siguiendo el hilo de Witoldo me encontré con Bruno Schulz, Czeslaw Milosz, Wislawa Szymbosska y Zbigniew Herbert. Hoy, distante de aquellos días me siento más polaca que nunca, después de todo ¡quién sabe de dónde es una!