miércoles, diciembre 27, 2006

Bienvenidos

La bienvenida a Zutamodetal y Sabueso nos llena de tranquilidad, pues estábamos como la mujer de Fung-Yang, recordáis:

“Un letrado llamado Fung-Yang había salido para un viaje de estudio que debía durar seis meses. Al cabo de diez meses no se había recibido ninguna noticia suya y su mujer estaba preocupada…".

El letrado Fung-Yang, Pu Song Ling(1640-1715).

1 Comments:

Blogger Sabueso said...

11 a.m. Agradezco la bienvenida.
14 p.m. Aún siento la turbación propia del forastero y añoro los otrora verdes pastos -ahora más bien secos debido al cambio climático- del libro en el que nacieron mis antepasados hace ya siglos.
17 p.m. Ha sido realmente difícil encontrar alojamiento en estas fechas navideñas y bastante enojoso tener que dar tantos datos sobre mi persona. ¿Sabueso Hound?, preguntaban con recelo en la recepción de los ciberhoteles. ¿Es usted hembra o macho? Hembra, hembra, contestaba yo. Pues ¿cómo es que se llama Sabueso entonces? Tenía ganas de contestarles que la merluza también puede ser macho, pero la prudencia y el deseo de descansar me han hecho callar. Finalmente me han admitido, tras depositar una ingente cantidad de cibereuros porque no tengo tarjeta de crédito, y he salido a husmear las calles.
18 p.m. Todo es preciosamente navideño y los escaparates están llenos de los objetos más inútiles y extravagantes que hayan podido ver mis ojos novelescamente campesinos. Camisetas por encima del ombligo, pantalones por debajo del ombligo... ¿acaso esta gente no tiene frío? Y chaquetillas de cintura tan estrecha en la que no puede caber barriga alguna. Pero se las ponen, las compran. Me he fijado especialmente en una pelliza forrada de piel muy corta, auténtico hielaculos, contradictio terminis total que nadie con cerebro se compraría.
19 p.m. Me he enterado de que estos adminículos no sirven realmente para abrigar y que para ponérselos la gente se hace anoréxica, que significa dejar de comer para adelgazar hasta la consunción; o devora las exquisiteces que se ofrecen al viandante en tiendas delicatessen y las vomita después; o salta durante horas en gimnasios muy elegantes. Todo es muy desconcertante.
21 p.m. Me he comido diecises ensaimadas y las he vomitado en un árbol. Después me he zampado cuatro hamburguesas de alto riesgo coronario y ahora corro a toda velocidad a inscribirme en un gimnasio elegantísimo para caber cuanto antes en la zamarra peluda hielaculos, en las camisetas por encima del ombligo y las chaquetas de cintura imposible sin las que ya no sé cómo he podido sobrevivir hasta hoy.

2:48 a. m.  

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