viernes, mayo 19, 2006

EL POEMA NUMERO DIECIOCHO DE TRILCE UNA EVOCACION

Cuando mueras, y seas aire de sonrisa dulce prendida a mi infancia; y la calle en la que está tu casa cambie. Y desaparezca el balcón de geranios desde donde veías pasar la cabalgata de septiembre, yo les contaré a todos, lo que perdiste en la guerra.
Perdiste tres cosas. La primera fue con los bebés, con cada noche velando por sus pulmones. Con cada tarde que les regañabas que no se comieran las tizas del maestro. Con cada aliento que les regalabas de tu pecho.
La segunda, con cada carta que revisaban; envuelta en un paño almidonado, con un trozo de pan y un racimo de uvas. Con cada palabra que imaginabas que tu padre decía desde la cárcel. Cada palabra de tus hermanos tan lejos.
La tercera, con cada lágrima que no derramaste, mientras el guardia te cortaba con una navaja los mechones de tu pelo anaranjado. Con cada grito que te arrojaba, porque no te sabías el himno. Con cada vecino que se dio la vuelta. Con cada mañana que ibas a recoger sobras, con tu pañuelo oscuro en la cabeza.

1 Comments:

Blogger Efímera said...

Tu encuentro con Vallejo me emociona. Ese es mi papel: el de alcahueta.
CL, el punto y como te traiciona.Hasta pronto.

12:45 p. m.  

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