martes, diciembre 06, 2005

Pitol y la hipnosis


Durante el curso - recuerdas Norma-, Sergio Pitol relató que se había sometido a un tratamiento de hipnosis para dejar de fumar. Como era obvio, por los ceniceros vedados y los cucuruchos de papel, la terapia no había surtido efecto, pero lejos de sentirse frustrado le estaba muy agradecido al psiquiatra, porque durante la sesión había recordado el día, que siendo muy pequeño, su madre había aparecido ahogada en el pozo de la hacienda donde vivían, allá en Puebla. Parece ser que después de aquella desgracia, Pitol contrajo una malaria considerada por todos incurable. El niño contaba las diez vigas negras que corrían por el techo. La fiebre y las pócimas cargadas de rosarios de las criadas le sumían en un sopor sosegado. Sólo quedaba esperar. Pero una tarde, el patio se llenó de potrancas, yeguas alazanas, y de una algarabía de peones que empujaban varios carros, de cuyo interior bajaron las tías maternas y una veintena de baúles. El niño, alertado por los besos y achuchones de aquellas mujeres redondas y chillonas, abrió los ojos. Esa misma noche se deslizó de puntillas hasta el velador, donde se hallaban montones de libros no vistos jamás, apilados en mesas y sillas. Pitol, emocionado, contaba como la ficción le había salvado la vida. Y como setenta años después, la hipnosis le había llevado a rasgar un velo hasta aquel día intocado: la realidad. Recordó la mortaja - llevaba la mano fuera, por eso la conocí- los rezos, la oquedad en el estómago, el sabor acre de la saliva y el deseo de muerte.

Ayer, en El Mono Rojo, leímos: El oscuro hermano gemelo, uno de los cuentos que Sergio Pitol ha dedicado a Enrique Vila- Matas, cuyo final, dice así:
“…La última novela de José Donoso, Donde van a morir los elefantes, lleva un epígrafe de William Faulkner que ilumina la relación de un novelista con su obra en proceso: A novel is a writer´s secret life, the dark twin of a man (Una novela es la vida secreta de un escritor, el oscuro hermano gemelo de un hombre). Un novelista es alguien que oye voces a través de las voces. Se mete en la cama y de pronto esas voces lo obligan a levantarse, a buscar una hoja de papel y escribir tres o cuatro líneas, o tan solo tres o cuatro adjetivos o el nombre de una planta. Esas características, y unas cuantas más hacen que su vida mantenga una notable semejanza con la de los dementes, lo que para nada lo angustia; agradece por el contrario a las Musas, el haberle transmitido esas voces sin las cuales se sentiría perdido. Con ellas va trazando el mapa de su vida. Sabe que cuando ya no pueda hacerlo le llegará la muerte, no la definitiva sino la muerte en vida, el silencio, la hibernación, la parálisis, lo que es infinitamente peor.”