jueves, diciembre 01, 2005

Vaya por Dios

El poeta Ángel Guache recita:”...Se derriten los hielos. Desde una nube, mesando su barba blanca, Dios baja por la escalera, Dios sube por la escalera, Dios baja por la escalera, Dios sube por la escalera...”

Ayer, en Ramales, Niebla (Nivola). Y como no había leído ni el prólogo ni el pos-prólogo, subía y bajaba las escaleras sola, sin enterarme de las intenciones de Unamuno. “Con ochenta páginas no puedes juzgar una novela”, me reprochaba Adela, y con razón. Con un escritor que juega a Dios – Pura dixit (pero no el Dixi de la Ministra de Cultura) ­­- y rompe el pacto-ficción en la página 223, cualquiera juega a ser Bajtín. En todo caso, me puse muy pesadita con lo del pacto. En fin, que pido disculpas. Y menos mal que Joaquín Pérez Minguez( próximo blogger) nos habló del libre albedrío y Adela, de lo que le había afectado la filosofía "unamuniana" de la muerte en su vida. Y Silvia, de los cuatro suicidas de Niebla. Y Mar, en silencio porque creía que íbamos hablar de Nada, de Carmen Laforet. Unamuno: muy español, muy Dios, muy Hamlet… Valiente, porque se atrevió a romper con los convencionalismos y se lo agradecemos, sobretodo Norma que no le gustó la primera parte costumbrista. Los experimentos no siempre salen bien, es cierto. Augusto Pérez, Eugenia, Mauricio, Rosario, Liduvina y Domingo, todos ellos tan divertidos. Creer en Dios, la inmortalidad, la humanidad: unas, con ansiedad; otras, con sinusitis, que es una ansiedad de mocos y otros con gafas recién estrenadas. En la próxima reunión hablaremos de El Hombre Lento, de Coetzee.

Y mientras tanto:” Salgo con la Nueva Biblia en la mano, en medio de un temporal huracanado que hace que vuelen hongos alucinógenos y paraguas destartalados, señal inequívoca de la aprobación de los cielos…”