domingo, diciembre 09, 2012

La ciudad y los perros

Que él sea sacrificado en nombre de esos principios, da a este párrafo una helada ironía. Antes de la muerte del Esclavo, Gamboa no echa la culpa a la institución  y ni siquiera a los mismos alumnos, como sí lo hace Pitaluga; para Gamboa el problema son los padres que piden milagros y que no saben educar  sus hijos:
" No vienen al colegio por su voluntad ...Eso es lo malo...A la mitad los mandan sus padres para que no sean unos bandoleros...Y a la otra mitad, para que no sean maricas" (p. 158. Pero cuando se produce el hecho sangriento y fracasan sus afanes por realizar una investigación a fondo que salve el honor de la institución, Gamboa empieza a dudar:

"Imponer la disciplina había sido hasta ahora para Gamboa tan fácil como obedecerla. El había creído que en el Colegio Militar sería lo mismo. Ahora dudaba. ¿Cómo confiar ciegamente en la superioridad después de lo ocurrido? Lo sensato sería tal vez hacer como los demás. Sin duda, el capitán Garrido tenía razón: los reglamentos deben ser interpretados con cabeza, por encima de todo hay que cuidar su propia seguridad, su porvenir ...Desde ese momento, el abatimiento que lo perseguía, se agravó. Esta vez, estaba resuelto a no ocuparse más de esa historia, a no tomar iniciativa alguna. " Lo que me haría bien esta noche, pensó, es una buena borrachera" (pp.313-314).

Etiquetas: