domingo, noviembre 18, 2012

La ciudad y los perros


El contraste entre la Ciudad y el Colegio se resuelve, consecuentemente en un desajuste que tiene las proporciones de un trágico mal entendido; el fariseísmo de los padres cosecha frutos amargos. Alberto descubre o confirma las ventajas de la hipocresía y la apariencia burguesas; el Esclavo paga con su vida el sueño de la virilidad; el Jaguar se convierte ( en la conciencia de todos) en un asesino y sella su mediocre destino social. Esto es lo que la cita de Carlos Germán Belli, en el epílogo trata de subrayarnos: "...en cada linaje el deterioro ejerce su dominio". Pero no sólo las familias de los cadetes relizan su impostura: los oficiales del Leoncio Prado están acosados por las mismas contradicciones, trampas y mentiras que sus alumnos; tampoco ellos creen en sus códigos. Muy sutilmente, ese escamoteo de la realidad que practican con sus grandes palabras, reglamentos y declaraciones profesionales se va filtrando en la novela y confundiéndose con la angustia de los jóvenes, amplificándose y refractándose en ella.    

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