lunes, junio 18, 2012

La ciudad y los perros




Como anota nuestro querido amigo Alberto Escobar, en la base hay una "estructura bipolar": " Esa oposición es esencial y complementaria puesto que la ciudad, la calle, de un lado, y los perros del otro, se autodefinen al ser cotejados, pues, en verdad, ambos constituyen los cimientos de la estructura de la novela". Las leyes que gobiernan La ciudad y los perros son  la dualidad y el contraste, como el mismo título casi lo hace explícito. Sometido a ese vaivén, el lector descubre los abismos que se abren entre el deseo y la conducta humana, entre la autenticidad y la impostura, abismo que también deja perplejo al autor porque sus líneas demarcatorias nunca parecen claras: él ha vivido visceralmente los hechos que narra , y desde esa conmoción escribe.

De los dos centros de la novela- el Colegio y la Ciudad-, el primero es el núcleo generador de la acción: se regula con un tempo actual, tenso y veloz. La apertura inmediata, que ya exploró en Los jefes, también aparece aquí desde la primera línea, con la fuerza compulsiva de un hecho consumado:

-Cuatro -dijo el Jaguar.
Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de la luz difundía por el recinto, a través de escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava. Los dados estaban quietos, marcaban tres y uno, su blancura contrastaba con el suelo sucio.
-Cuatro -repitió el Jaguar-. ¿ Quién?
-Yo -murmuró Cava-. Dije cuatro.
-Apúrate -replicó el Jaguar-. Ya sabes, el segundo de la izquierda (p. 11)

Mucho, quizá todo, se resume en esas líneas de arranque: en esencia, el destino de Cava -la suerte ha decidido que sea el ejecutor del robo- y el Jaguar -su autor intelectual, el verdugo que castigará el fracaso- que, a su vez, implican y determinan los del Esclavo -la víctima propiciatoria- y Alberto -el ambiguo testigo que quiere convertirse en juez-; y como esto, además, se sella inapelablemente con los dados, adquiere el matiz de fatalidad que distinguirá a la tragedia...       

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