jueves, marzo 09, 2006

EL POEMA NUMERO CINCUENTA Y DOS DE TRILCE

UNA EVOCACIÓN



Este poema es un recuerdo perdido. Huele a primavera, el sol entrando por la ventana. Vistiendo de dorados los muebles, destellos deslumbrantes. Tu figura está en el umbral de la puerta. No puedo ver tu rostro pero sé que eres tú. Sé que tu rostro es joven y tus cabellos aún largos, rizados. Te has quitado el luto de tu propia madre y me nombras. Alegre, dando palmas. No lo dices pero sé que me quieres. Dices, he hecho chocolate, y buñuelos, y después podemos ir a pasear. Pienso que te gustaría estar tan lejos...Que me regalas con tu propia vida, el tiempo para fabricar mis propias alas...Aspiro el olor de las sábanas de hilo sobre mi nariz. Sabes que estoy sonriendo. Me llamas perezosa y doy palmas contigo.