miércoles, diciembre 28, 2005

Una interpretación estructuralista de King Lear

El pasado lunes hablamos en El Mono Rojo de Ferdinand de Saussure (Curso de Lingüística General, 1916): sincrónico, diacrónico, paradigmático, sintagmático, etcétera. A las alumnas les asusta la frialdad del estructuralismo. También mencionamos a Roman Jakobson y Vladimir Propp y continuamos con nuestro ya querido King Lear.

“Un crítico estructuralista se interesaría por el hecho de que King Lear tenga una doble trama y por el hecho de que ambas tramas sean paralelas y con una estructura idéntica. Así, mientras que Lear en la primera trama se mueve desde una posición de poder hacia una de derrota, para finalizar en la restauración final y la muerte. Edgar en la segunda trama se mueve desde una posición de carencia de poder hacia la derrota, la restauración final y su ascenso a una situación de poder. A pesar de esta significativa diferencia se puede interpretar que los dos personajes ocupan la misma función en la narración y en el sistema de significado de la obra…”

Seguimos mañana. Y cuidado con las inocentadas.

2 Comments:

Blogger palimpsestos said...

Claro, un personaje en descendente y el otro en ascendente. Pero lo que nos interesa es la tragedia humana, la destrucción, no en vano la obra de Shakespeare no se llama "El Rey Edgar"...

11:16 p. m.  
Blogger palimpsestos said...

“Os anuncio una gran alegría...: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”

Pablo termina de colocar todas las figuras en fila, una detrás de la otra, Herodes, los pastores, el paje del Rey Melchor, las ovejas y el pato.
Rebusca dentro de la caja, su madre le ha dicho que todo está dentro, y él sabe que las figuras principales van en el centro de la casita de corcho. Ya ha encontrado los 3 reyes magos, estos son importantes, porque van en camello, llevan unas ropas distintas, seguro que eran ricos, porque los regalos están dentro de los cofres. Su padre acaba de montar con mucho cuidado la casita, que se apoya contra la pared. También le ha contado su abuela que esa noche hacía frío, y que como José y María no tenían dinero ni abrigo, arroparon al niño con sus mantos, y que dentro del pesebre, que es como llaman a la casita, había una mula y un buey. Coloca con cuidado a los animales.

Pero no sabe qué hacer con una figurita de señora, tiene a los pastores, tienes a los soldados, está Herodes, que debía ser malísimo. Pero esta figura… no es de plástico, la cara está casi borrada, además es algo más grande que el resto de las figuras. Está de pié, se recoge las ropas con una mano, nadie le ha dicho como se llama, no sabe dónde colocarla. Es suave, es distinta.

Deja la figurita sobre la mesa, mientras coloca el río de plata, por debajo del puente, tres patos sin patas que deben ser para nadar.
El Belén está montado, el papel de las estrellas bien estirado con chinchetas, las nubes y la estrella con cola que se coloca en el sitio más alejado del portal, y él se encargará de ir acercándola hasta que acaba sobre la casita.

Hora de merendar.

El abuelo está en la cocina, ausente, como siempre.
Pablo se sienta a la mesa y coloca junto al plato la figura de mujer que no tenía sitio en el belén.
El abuelo se queda fijo, rígido cuando la ve y Pablo nota al instante que algo pasa.
El abuelo acerca la mano a la figura, su cara se ilumina, la toca con reparo primero y luego cierra los ojos. En un susurro dice:
 Es la pastora Raquel.
Pablo no había escuchado nunca hasta ahora hablar al abuelo.
 Siempre ha estado en el belén, tiene su sitio junto al pozo, y ella es la única que se creyó lo que dijo el ángel.

12:11 a. m.  

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