domingo, febrero 03, 2013

La ciudad y los perros. Digresión sobre el "determinismo"

Vargas Llosa no les niega a sus personajes la libertad; si en sus narraciones aparecen como arrastrados por fuerzas superiores a ellos, es porque han elegido muchas veces su propio destino, lo han aceptado como un reto: no es la falta de opciones, sino el furioso agotamiento de ellas  lo que distingue sus vidas  y las sella. Escribe José Emilio Pacheco: " Todos tienen que elegirse en un acto libre y voluntario como lo que son intimamente. Elegirse no es aceptarse en el quietismo". Parafraseando a Sartre, se podría decir que los personajes son esclavos de sus libertad. Ellos son los que deciden ser a cada momento; el novelista nos muestra cómo funcionó esa capacidad decisoria en el pasado, y la confronta con la conducta actual del personaje, sorprendido ahora en una situación límite: el punto final de su proceso. Y aun en ese límite, lo frecuente es que el personaje se agite, se niegue a aceptar el fin de las opciones: cuando las fuerzas exteriores lo atrapan, estos hombres no se entregan mansamente, sino que se erizan como fieras. En eso los personajes de Vargas Llosa se parecen un poco al protagonista de La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, cuya libertad también se ha agotado a fuerza de elegir, hasta no ser más que la consecuencia desmoronada e ignominiosa de sus actos. Si en las obras de estos novelistas hay determinismo se trata, en todo caso, de una especie de fatum que hallamos, guardando las distancia, en algunos grandes momentos de la literatura universal: en la tragedia griega, en la novela picaresca, en Tolstoi, en Kafka, en Faulkner. No nos parece ilícito citar a aquí al propio autor dando su testimonio de parte: "No he querido mostrar  a mis personajes como simples resultantes de fuerzas ajenas, sino señalar cómo consiguen sobrevivir dentro de las coordenadas en las que se encuentran insertos. Ellos eligen siempre entre alternativas y son responsables de su destino. Mis novelas están basadas en ciertas personas y cosas que yo viví y en cómo lograban esas personas superar las determinaciones entre las cuales vivían". La presencia de lo uno ( la influencia poderosa del medio social) no anula lo otro( la libertad y la responsabilidad individual); no se trata, pues, de una visión mecanicista o monista de la realidad sino, como advierte McMurry, de " a mixture of two totally different philosophies: social determinism and existencialism", en la que los personajes " define themselves  not through  documentary, deterministic analysis by the omniscient author, but through irregular psychic impulses emanating from within and filtered through their often haunted and evershifting consciousness". La sociedad puede y suele derrotar a los individuos pero no vencerlos definitivamente.