domingo, septiembre 23, 2012

La ciudad y los perros

"Cuando un segundo después de haber abierto la puerta de la cuadra con los puños, Urioste dio la noticia (un solo grito ahogado: "¡ El Esclavo ha muerto !) y vieron su rostro congestionado por la carrera, una nariz y una boca que temblaban, unas mejillas y una frente empapadas de sudor y, tras él, sobre su hombro alcanzaron a ver el rostro del poeta, lívido y con las pupilas dilatadas, hubo incluso algunas bromas...Pero no eran las risas salvajemente sarcásticas de costumbre -aullidos verticales que ascendían, se congelaban y durante unos segundos vivían por su cuenta, emancipados de los cuerpos que los expelían-,sino unas risas muy cortas e impersonales, sin matices, defensivas...Los cadetes permanecían en sus literas o ante los roperos, miraban las paredes malogradas por la humedad, las losetas sangrientas, el cielo sin estrellas que descubrían las ventanas, los batientes del baño del baño que oscilaban. No decían nada, apenas se miraban entre ellos. Luego continuaron ordenando los roperos, tendiendo las camas, encendieron cigarrillos, hojearon las copias, zurcieron los uniformes de campaña. Lentamente, se reanudaron los diálogos, aunque tampoco eran los mismos: había desaparecido el humor, la ferocidad y hasta las alusiones escabrosas, las malas palabras (p.221)".

No, la violencia no los ha "hecho hombres" ni se consuma como una rebelión total: es inútil, es falsa, nunca dan el ultimo paso:" Entre lo que hacen y lo que piensan estos jóvenes ( explica nuestro amigo Jorge Raúl Lafforgue) siempre hallamos un vacío, un abismo, una caída. Porque no se nos presenta más que una sola alternativa: el acto traiciona a la intención o revierte sobre ella para encontrar la significación moral de su nivel". En el Colegio adulan la mentira del machismo con patética fidelidad, pero luego la odian y renuncian a ella, restituyéndose a la sociedad del mejor modo que pueden; chapotean entre la barbarie adolescente y las normas ruinosas de los adultos, sin llegar a creer en ningna.