domingo, abril 15, 2012

La Tía Julia y el Esribidor

De allí la admiración del narrador por Camacho; para él "era  lo más próximo a un escritor que había visto" (p.236). Es sarcástico por eso que en el penúltimo capítulo, tras la crisis mental de Camacho, Varguitas herede su puesto y sea encargado de revisar y corregir viejos libretos radiales: " Tú eres medio intelectual , para ti será un trabajo fácil" (p.412), le dice un directivo; y en el último, el escritor, ya en el arranque de su madurez, en el París que tanto soñó, se promete a sé mismo algo que había suscrito Camacho: " Voy a tratar de ser un escritor, solo voy aceptar trabajos que no me aparten de la literatura" (p.450). No deja de ser simbólico que al iniciar sus labores el escribidor le preste la máquina con la que el narrador trabaja, esa máquina que Vargas Llosa  ve como una " carroza funeraria" (p.24).

Eso recuerda la imagen de la máquina  de escribir como un "pequeño ataúd" de "Conversación en La Catedral" (I, 224). No es ésta, naturalmente, la única recurrencia de la obra anterior del novelista: varias, numerosas marcas de las otras novelas cruzan, fugaz pero insistentemente, por este texto, como parte de un circuito cerrado de claves vividas e imaginadas. Figuras como Popeye (p. 74), Lituma (p.77), el Javier de ¨Los jefes" (muy importante aquí como confidente del narrador), el Poeta (p. 198), etc, retornan una vez más, a veces con destinos o trazas cambiados, en el más puro estilo camachiano. También lugares como Grocio Prado (p.372), donde ocurre un rapto como en "Conversación", o la selva (p. 168), son vueltos a visitar. Hay escenas enteras que parecen reescrituras de las de sus otras novelas: los diálogos del narrador con sus padres podrían compararse ilustrativamente con los de Alberto y los de Zavalita con los suyos, en "La ciudad y los perros" y "Conversación". Y hasta las obsesiones de Camacho tienen algún antecedente en opiniones críticas de Vargas Llosa: el antiargentinismo del escribidor bien puede ser el desarrollo humorístico  de un "dictum" ( " la maciza pedantería rioplatense de Homais") que encontramos en "La orgía perpetua".

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