domingo, octubre 02, 2011

La Tía Julia y El Escribidor




(...) Esta decisión de trabajar el relato más que con personajes, con personas tan reales y comprobables como el mismo y Julia, crea un tipo de persuasión que, más que a la novela, parece por momentos pertenecer cabalmente al género de la autobiografía, sentimos que hay un yo protagónico que no imagina, sino que recuerda.Por cierto, las cosas no son tan simples: al final, como veremos luego, la memoria que trata de evocar es inevitablemente una memoria que imagina; no un sujeto real que cuenta su vida o un fragmento de ella, sino un novelista inventando (también) su vida, un escritor escribiendo ficciones que toman la apariencia de una vida.El epígrafe que Vargas Llosa le ha puesto al libro pertenece a Salvador Elizondo y alude irónicamente a ese proceso, a esa perversión de la escritura, que es uno de los grandes temas de la novela:"Escribo.Escribo que escribo.Mentalmente me veo escribir que escribo y también puedo verme ver que escribo.Me recuerdo escribiendo ya y también viéndome que escribía", etc.Pero no cabe duda de que, en principio, lo que trató de hacer Vargas Llosa es recuperar un trozo de su pasado y serle estrictamente fiel,inclusive en detalles nimios.Esa voluntad ansiosa de lograr no solo verosimilitud,sino veracidad y exactitud objetiva, aparece desde el mismo comienzo de la novela:

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2 Comments:

Blogger Hispaniola said...

Si he de serte sincero,Efímera, todo ese rollo de la metaliteratura me cansa un poco, dicho sea con el debido respeto.

En cuanto a la obsesión por la verosimilitud, seguro que recuerdas la aparente boutade atribuída a Mark Twain de que la diferencia entre la realidad y la ficción es que la ficción debe parecer creible.

9:51 p. m.  
Blogger Efímera said...

Los domingos por la tarde envejecen a los niños (Umbral dixit)
En fin,espero que tengas el libro de "La tía Julia.Lo relees a la vez que mis post y luego hablamos de realidad, ficción y metaliteratura.

4:31 p. m.  

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