sábado, mayo 15, 2010

Líneas prometidas

Menoscabada por clamoxiles e ibuprofenos inicio las líneas prometidas. El dolor es un arma del diablo, por eso el payaso Lamela llevó a la hoguera a los médicos sanadores del sufrimiento, alguno amigo, y además ateo. Los ateos siempre nos acercan a Dios.

En fin, muero de digresión. No debo salir del haiku.

Las líneas prometidas, al hilo del relato La fiesta en el jardín, de Katherine Mansfield, a JPM ( la M es de Míguez no de Morgan).

Transcribo parte de la carta de Virginia Woolf a Jacques Raverat, fechada el 30 de julio de 1923, Hogarth House, Richmond

(...)Conocí a ambos Murry ( John Middeleton Murry y Katherine Mansfield). Lee la obra de Katherine, por favor, y dame tu opinión. Mi teoría es que si bien poseía el sentido más extraordinario de su generación, podía por ejemplo, reproducir esta habitación, con su mosca, su reloj, perro y tortuga, si fuera necesario, para la vida fue tan insípida como el agua, tan insulsa y, mucho más vulgar, cuando tenía que utilizar la mente. Es decir, no sabía poner sentimientos o pensamientos o sutilezas de ninguna clase en sus personajes sin tornarse al instante de seria en dura y de compasiva en sentimental. El primer cuento que imprimimos, "Prelude," era una mera observación, no obstante exquisita. No puede terminar de leer su último ( "El canario"), pero podría ser que también me lleven los prejuicios(…)

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