Líneas prometidas
Menoscabada por clamoxiles e ibuprofenos inicio las líneas prometidas. El dolor es un arma del diablo, por eso el payaso Lamela llevó a la hoguera a los médicos sanadores del sufrimiento, alguno amigo, y además ateo. Los ateos siempre nos acercan a Dios.
En fin, muero de digresión. No debo salir del haiku.
Las líneas prometidas, al hilo del relato La fiesta en el jardín, de Katherine Mansfield, a JPM ( la M es de Míguez no de Morgan).
Transcribo parte de la carta de Virginia Woolf a Jacques Raverat, fechada el 30 de julio de 1923, Hogarth House, Richmond
(...)Conocí a ambos Murry ( John Middeleton Murry y Katherine Mansfield). Lee la obra de Katherine, por favor, y dame tu opinión. Mi teoría es que si bien poseía el sentido más extraordinario de su generación, podía por ejemplo, reproducir esta habitación, con su mosca, su reloj, perro y tortuga, si fuera necesario, para la vida fue tan insípida como el agua, tan insulsa y, mucho más vulgar, cuando tenía que utilizar la mente. Es decir, no sabía poner sentimientos o pensamientos o sutilezas de ninguna clase en sus personajes sin tornarse al instante de seria en dura y de compasiva en sentimental. El primer cuento que imprimimos, "Prelude," era una mera observación, no obstante exquisita. No puede terminar de leer su último ( "El canario"), pero podría ser que también me lleven los prejuicios(…)
En fin, muero de digresión. No debo salir del haiku.
Las líneas prometidas, al hilo del relato La fiesta en el jardín, de Katherine Mansfield, a JPM ( la M es de Míguez no de Morgan).
Transcribo parte de la carta de Virginia Woolf a Jacques Raverat, fechada el 30 de julio de 1923, Hogarth House, Richmond
(...)Conocí a ambos Murry ( John Middeleton Murry y Katherine Mansfield). Lee la obra de Katherine, por favor, y dame tu opinión. Mi teoría es que si bien poseía el sentido más extraordinario de su generación, podía por ejemplo, reproducir esta habitación, con su mosca, su reloj, perro y tortuga, si fuera necesario, para la vida fue tan insípida como el agua, tan insulsa y, mucho más vulgar, cuando tenía que utilizar la mente. Es decir, no sabía poner sentimientos o pensamientos o sutilezas de ninguna clase en sus personajes sin tornarse al instante de seria en dura y de compasiva en sentimental. El primer cuento que imprimimos, "Prelude," era una mera observación, no obstante exquisita. No puede terminar de leer su último ( "El canario"), pero podría ser que también me lleven los prejuicios(…)
Etiquetas: Desde el invernadero
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