jueves, enero 04, 2007

Nacido, pues.




Ante Él se inclinarán los habitantes del desierto y sus enemigos morderán el polvo.
Los Reyes de Tarsis y de las islas le ofrecerán sus dones, y los soberanos de Seba y de Saba le pagarán tributo.
Salmos 72, 9-10.



Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle. Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y con él toda Jerusalén, y reuniendo a todos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron: En Belén de Judá, pues así está escrito por el profeta:

“Y tú, Belén, tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor entre los clanes de Judá,
pues de ti saldrá un caudillo, que apacentará a mi pueblo Israel”

Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella; y, enviándolos a Belén, les dijo: Id e informaros exactamente sobre ese niño, y, cuando le halléis, comunicádmelo, para que vaya también yo a adorarle. Después de haber oído al rey, se fueron, y la estrella que habían visto en oriente les precedía, hasta que vino a pararse encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y, llegando a la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y, abriendo sus cofres, le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra. Advertidos en sueños de no volver a Herodes se tornaron a su tierra por otro camino.

San Mateo 2, 1-12