miércoles, marzo 25, 2015

La librería

A través del cristal observé el interior. Estaban cerrando las últimas cajas. Todo parecía más pequeño y las estanterías, vacías, tenían un aire de reproche.
Había pasado muchas horas allí dentro, tantas que por unos instantes me vi deambular morosamente por los pasillos, detenerme ante los expositores, coger con mimo aquí un volumen, allá otro, valorar cada contraportada, atento al consejo experto de Jonatan, Carmen o Jorge.
Entre aquellas paredes, ahora desnudas, quedaban los correteos por Dublín con el enamorado Leopoldo Bloom, las singladuras a bordo de la Hispaniola, bajo la siniestra mirada de John Silver “el Largo”, las reuniones de amigos en el taller corrigiendo relatos que siempre necesitan una corrección más. Tanto tiempo, tantos amigos, tantas historias.
Quedaban muy pocas. Aquellos espacios de recogimiento, de devoción, de complicidad, de fetichismo, iban desapareciendo uno a uno, como templos de una religión olvidada.
Con esfuerzo conseguí apartarme de la vitrina, al tiempo que aceptaba que habría otras librerías. Posiblemente sí, pero ya ninguna sería mi librería.


In memoriam de El Tranvía

Etiquetas:

5 Comments:

Blogger Efímera said...

Qué gran novela, qué personaje: John Silver el largo y qué gran símbolo la mota negra, aquella que se entregaba a los desleales, a las ratas, como se dice en argot irlandés.
Navega Hispaniola y cuidate del mar de los sargazos, también qué buena novela.

12:36 p. m.  
Blogger Efímera said...

Y qué buen texto. De algo sirvieron las correcciones. Enhorabuena.

12:42 p. m.  
Blogger Hispaniola said...

Gracias,Efímera. El mérito es casi todo tuyo.

2:25 p. m.  
Blogger Efímera said...

Merito pequeño el mío. Tú tienes un estilo propio.
Para cuándo tu novela o libro de cuentos. Para cuándo.

5:18 p. m.  
Blogger Efímera said...

Merito pequeño el mío. Tú tienes un estilo propio.
Para cuándo tu novela o libro de cuentos. Para cuándo.

5:18 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home