El Condor
Escribo estas líneas mientras Loulou, Loulou de la Falaise , me cuenta sus travesuras
con Thadée. Y aunque después de varios meses de entrenamiento soy capaz de
medio concentrarme, tengo que hacer un esfuerzo para contar lo que quiero contar. Loulou detesta Dublín,
dice que no hay glamour en esta ciudad de granjeros venidos a más. No seas snob
Loulou, le digo. Pero es cierto que antes del Celtic Tiger los dublineses no
tomaban café. En fin, yo como siempre quiero hablar de Vargas Llosa y esta vez,
también, de su amigo Jeremías Gamboa. Vargas, el condor, qué guapo estaba
Robert en los tres días, sigamos, Vargas le confiesa a Gamboa que tuvo una
depresión corta pero muy intensa cuando vivía en París. Y que estuvo a punto de
cometer una locura, pero una tarde al releer el final de Emma Bovary, mejor
dejo hablar a Vargas: lire la description
de cette expérience tragique a été une sorte de catarsis: cela m’a emu, cela a été comme una illumitaton, comme si Madame
Bovary s´ etait sacrifiée pour me surtir
de l’horreur émotionnelle dans laquelle jétais plongé. Vargas también cuenta
a Gamboa, que lloró en la ceremonia de
entrega del Nobel porque es viejo y porque le emocionó hablar de su mujer a
quien debe tanto. Confiesa que le produjo una alegría extraordinaria la noticia
de Carlos Barral: les droits de La Ville et les chiens avaient été
vendus en dix langues. Loulou me muerde la oreja, así no hay quien escriba.
Menos mal que Andy y Mick aparecen.
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