EL PADRE ASTETE EN DUBLÍN
¿Qué
comprobó Bloom al llegar a su domicilio? La dificultad de ingresar en el mismo
de madrugada careciendo de la herramienta o el instrumento idóneo para permitir
el franqueo de la puerta cerrada.
¿Cómo
solventó la aludida dificultad? Recurriendo a acrobacias y volatines para los
que demostró una habilidad, si bien desconocida, no sorprendente dada su
ascendencia húngara.
¿Hubo
reconocimiento por parte de Dedalus de la amable hospitalidad de Bloom? Si lo
hubo no lo puso de manifiesto por ninguno de los medios convencionales en estos
casos: por expresiones orales agradecidas, por aproximaciones físicas efusivas,
por derramamiento de llanto emocionado.
¿Cuál
fue entonces su reacción? La de un
genuino marmolillo, ofendiendo a su anfitrión y protector con cánticos
populares antisemitas.
¿Acusó
Bloom la inmerecida afrenta? En absoluto, pues tras unos instantes, tan lógicos
como fugaces, de desconcierto, ofreció a su huésped alojamiento para pernoctar.
¿Fue
aceptada la oferta? Fue rechazada, pero, esta vez sí, con manifestaciones de
amistosa gratitud.
¿Quedaron,
pues, ambas partes en buenos términos? Sin duda, como es forzoso deducir de la
micción conjunta que tuvo lugar en la calle acto seguido en silenciosa y
evocadora contemplación de la luz del dormitorio de la
Sra. Bloom.
¿Cuál
es, en consecuencia, la conclusión final que debe extraerse de todo ello? Solo
Dios lo sabe, porque esta historia no es más que un maldito embrollo.
Etiquetas: Salir por peteneras
1 Comments:
Hispaniola, brillante, como siempre.
Hasta pronto.
Un abrazo
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