sábado, octubre 31, 2015

A E I O U

Quién sea AE carece de importancia, pues siempre debemos a alguien. Acaso una sonrisa o un gracias, también un lo siento. La elegancia de ceder se ha olvidado en estos tiempos de embajadores leñadores.
Tala fue libro que me hizo reír, pero:

al anochecer me asomo a la ventana
a mirar a los tres chopos
y sólo veo mástiles y no árboles
los tres chopos cercenados con vileza
y sólo las luces vecinas me ciegan

El velo de ramas y hojas todavía yace en el suelo
su último hálito lo siento inerme
ahora que llueve dentro de mi cabeza
no me sosiegan las hojas bailarinas

¿Quien anunciará las estaciones?
¿Dónde volarán los pájaros amigos?
El viento buscará otro recodo para susurrar a los solitarios
ahora que las alas se han llevado a los ángeles

Al anochecer les cantaré nanas a los tres chopos
para aliviarlos del frío y la vergüenza
y les narraré cuentos de santísimas trinidades
para desvanecer el desgarro antes del sueño


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