A merced de Eolo
Dura
lucha por la vida la del agente de publicidad. Como un jabato pelea por hacerse
con su anuncio, heraldo del progreso. Se bate el cobre con toda estirpe de
reptiles, pero las llaves del reino se le resisten.
Nada importa si tiene que subir o bajar, ir
o venir, reír o llorar. Eolo, padre caprichoso, le trae y le lleva, le arrastra
de un lado a otro y con etérea dureza le vapulea con saña.
Tirios y troyanos reclaman para sí el
derecho a ignorarle, a desairarle, a humillarle, a ofenderle. Él todo lo
soporta, todo lo acepta, todo lo sobrelleva, pues solo Eolo no quiebra a
quienes se inclinan ante su empuje y doblan la cerviz ante él.
Etiquetas: Salir por peteneras
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