jueves, mayo 15, 2014

Raymond Queneau


Pensar  en Quenau es hacerlo en la fuerza incendiaria de la risa. Y pensar en Sally Mara, su heterónimo o pseudónimo (como ustedes prefieran), es evocar la genialidad humorística de las Obras Completas que ella escribió. ¡ Oh Sally Mara de los sueños tantos! ¡Cuántas veces me pregunté qué habría sido de tí, irlandesa de 1.68 de altura, pelo corto a lo garçon,  63 kilos! Hasta que un día te conocí, en el París de los años setenta. Ibas con tu nuera y me sorprendió porque no te imaginaba con hijos. Continuabas pesando 63 kilos y te parecias bastante a Queneau. Te pregunté si recordabas haber nacido el día de la independencia de tu país. Y sonresite. Claro que te acorabas, como también de que ese día los revolucionarios se entendían con la contraseña más literaria que ha existido nunca: ¡Finnegans Wake!   Enrique Vila-Matas